Local Conference Advance
October 22, 2016
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Video Presenter: Karine Sanchez
PRESENTER: Karine Sanchez
Años atrás, en una reunión de iglesia, se le pidió a un grupo selecto que estimara el monto que cada miembro de la congregación podría dar como una promesa semanal. Un laico apresuradamente se le acercó al pastor, preocupado por los resultados. Una persona había sugerido que el ministro diera 20 dólares a la semana: una gran suma para la época. El laico consideraba esta promesa solemne un insulto cruel ya que el ministro ganaba un salario mínimo.
Pero este miembro de iglesia fue sorprendido cuando el ministro, halagado por tal sugerencia, replicó: “Imagine, alguien en la congregación siente que puedo regresarle a Dios en adoración y acción de gracias una suma de dinero tan grande como una expresión de gratitud por el amor que Dios me ha mostrado” (Ben G. Smillie, Blunt Questions in Stewardship Have Theological Answers, 64).
El que ama poco, da poco. Pero el que ama mucho, da mucho. Jesús vio como la viuda se sacrificó a medida que daba todo lo que poseía. La señora White comenta: “Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado… Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (Deseado de todas las gentes, 615).
Dios le recordó a Samuel: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Debemos dar hoy como si Jesús mismo estuviera aceptando nuestras ofrendas. Ningún humano debería interferir con este acto de adoración. A medida que da, ore para que su ofrenda sea aceptada y bendecida por el que lo dio todo primero.
Que su dadivosidad desinteresada sea una bendición para su Asociación local a medida que los fondos son usados para avanzar el reino de Dios.
Pero este miembro de iglesia fue sorprendido cuando el ministro, halagado por tal sugerencia, replicó: “Imagine, alguien en la congregación siente que puedo regresarle a Dios en adoración y acción de gracias una suma de dinero tan grande como una expresión de gratitud por el amor que Dios me ha mostrado” (Ben G. Smillie, Blunt Questions in Stewardship Have Theological Answers, 64).
El que ama poco, da poco. Pero el que ama mucho, da mucho. Jesús vio como la viuda se sacrificó a medida que daba todo lo que poseía. La señora White comenta: “Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado… Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (Deseado de todas las gentes, 615).
Dios le recordó a Samuel: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Debemos dar hoy como si Jesús mismo estuviera aceptando nuestras ofrendas. Ningún humano debería interferir con este acto de adoración. A medida que da, ore para que su ofrenda sea aceptada y bendecida por el que lo dio todo primero.
Que su dadivosidad desinteresada sea una bendición para su Asociación local a medida que los fondos son usados para avanzar el reino de Dios.
Video Presenter: Karine Sanchez
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Años atrás, en una reunión de iglesia, se le pidió a un grupo selecto que estimara el monto que cada miembro de la congregación podría dar como una promesa semanal. Un laico apresuradamente se le acercó al pastor, preocupado por los resultados. Una persona había sugerido que el ministro diera 20 dólares a la semana: una gran suma para la época. El laico consideraba esta promesa solemne un insulto cruel ya que el ministro ganaba un salario mínimo.
Pero este miembro de iglesia fue sorprendido cuando el ministro, halagado por tal sugerencia, replicó: “Imagine, alguien en la congregación siente que puedo regresarle a Dios en adoración y acción de gracias una suma de dinero tan grande como una expresión de gratitud por el amor que Dios me ha mostrado” (Ben G. Smillie, Blunt Questions in Stewardship Have Theological Answers, 64).
El que ama poco, da poco. Pero el que ama mucho, da mucho. Jesús vio como la viuda se sacrificó a medida que daba todo lo que poseía. La señora White comenta: “Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado… Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (Deseado de todas las gentes, 615).
Dios le recordó a Samuel: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Debemos dar hoy como si Jesús mismo estuviera aceptando nuestras ofrendas. Ningún humano debería interferir con este acto de adoración. A medida que da, ore para que su ofrenda sea aceptada y bendecida por el que lo dio todo primero.
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Pero este miembro de iglesia fue sorprendido cuando el ministro, halagado por tal sugerencia, replicó: “Imagine, alguien en la congregación siente que puedo regresarle a Dios en adoración y acción de gracias una suma de dinero tan grande como una expresión de gratitud por el amor que Dios me ha mostrado” (Ben G. Smillie, Blunt Questions in Stewardship Have Theological Answers, 64).
El que ama poco, da poco. Pero el que ama mucho, da mucho. Jesús vio como la viuda se sacrificó a medida que daba todo lo que poseía. La señora White comenta: “Lágrimas de gozo llenaron sus ojos al sentir que su acto era comprendido y apreciado… Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (Deseado de todas las gentes, 615).
Dios le recordó a Samuel: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). Debemos dar hoy como si Jesús mismo estuviera aceptando nuestras ofrendas. Ningún humano debería interferir con este acto de adoración. A medida que da, ore para que su ofrenda sea aceptada y bendecida por el que lo dio todo primero.
Que su dadivosidad desinteresada sea una bendición para su Asociación local a medida que los fondos son usados para avanzar el reino de Dios.