Local Conference Advance
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AUTHOR: Nelson Silva
PRESENTER: Karine Sanchez
Juan, el discípulo amado, hace un contraste entre dos individuos. Ambos fueron testigos de los milagros y el perdón de Cristo; sin embargo, cada uno tomó un camino diferente.
María fue perdonada. “Siete veces ella había oído la reprensión que Cristo hiciera a los demonios que dirigían su corazón y mente” (E. White, Deseado de todas las gentes, 521). María había sido testigo de la resurrección de su hermano Lázaro, y consecuentemente escuchó a Jesús anunciar su propia muerte. Su corazón estaba lleno de gratitud por lo que Jesús había hecho por ella, y deseaba hacer algo especial por Él.
Por otra parte, Judas fue atraído por las predicaciones, enseñanzas y milagros de Jesús. Al igual que los otros discípulos, tenía problemas. Pedro era impetuoso; Mateo tenía problemas de deshonestidad y Juan no era bueno con las finanzas. Judas, sin embargo, se sentía muy capaz ( E. White, Deseado de todas las gentes, 664).
“Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos”, mientras Judas se quejó: “¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?” (Juan 12:3, 5). Mientras María dedicó el ingreso de un año para preparar a Jesús para su muerte y entierro, Judas vendió a Jesús por una tercio de ese monto.
Jesús dijo que es imposible servir a Dios y al dinero; Judas escogió el dinero. Muchos otros han escogido el dinero también (John Stott, La Cruz de Cristo, 66).
¿A quién escogerá imitar hoy?
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