Local Church Budget
February 6, 2016
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Video Presenter: Alexi Garcia
PRESENTER: Alexi Garcia
Cuando niño, Nelson aprendió tres lecciones bien temprano en la vida. La primera fue que el diligente prospera (Prov. 10:4).
Él obtuvo su primer trabajo cuando estaba en el cuarto grado. Tenía que recortar artículos de un periódico que una vecina había preseleccionado. Así ganaba dos centavos por artículo. Más tarde, comenzó un negocio de venta de frutas en la casa de su abuela y también vendía cosas en la escuela.
La segunda lección fue la de dar el diezmo de lo que ganaba. Y la tercera lección fue que el dinero podía ser ahorrado. Pronto, gracias a su trabajo, las bendiciones de Dios, y su hábito de ahorrar parte de sus ingresos, Nelson acumuló algo de dinero. Sin embargo, había una lección más que debía aprender.
Un día la madre le pidió a Nelson que use ese dinero ganado con arduo trabajo para comprar alimento para la familia. Ese era el único dinero disponible en la casa. Nelson no apreció esa petición; se quejó diciendo que no era justo que tuviera que usar su dinero para alimentar a la familia. Sin embargo, solo tenía dos opciones: quedarse con el dinero o alimentar a su familia. Para colmo, mientras caminaba hacia la tienda de víveres pasó frente al negocio donde estaban expuestos varios juguetes. Sus ojos percibieron todas las cosas maravillosas que podría comprar con su billete. Sin embargo, Nelson siguió con paso firme hacia el negocio de alimentos. Regresó a su casa con los brazos llenos de alimentos.
Nelson quería acumular dinero con propósitos egoístas. Sin embargo, aprendió que Dios le da a los creyentes bienes, salud y dones para usarlos para el bien de los demás (1 Cor. 12:7, NVI).
Que el señor nos ayude hoy a dar generosamente de tal forma que la congregación local pueda mantener este edificio y pueda ayudar a quienes están en necesidad.
Él obtuvo su primer trabajo cuando estaba en el cuarto grado. Tenía que recortar artículos de un periódico que una vecina había preseleccionado. Así ganaba dos centavos por artículo. Más tarde, comenzó un negocio de venta de frutas en la casa de su abuela y también vendía cosas en la escuela.
La segunda lección fue la de dar el diezmo de lo que ganaba. Y la tercera lección fue que el dinero podía ser ahorrado. Pronto, gracias a su trabajo, las bendiciones de Dios, y su hábito de ahorrar parte de sus ingresos, Nelson acumuló algo de dinero. Sin embargo, había una lección más que debía aprender.
Un día la madre le pidió a Nelson que use ese dinero ganado con arduo trabajo para comprar alimento para la familia. Ese era el único dinero disponible en la casa. Nelson no apreció esa petición; se quejó diciendo que no era justo que tuviera que usar su dinero para alimentar a la familia. Sin embargo, solo tenía dos opciones: quedarse con el dinero o alimentar a su familia. Para colmo, mientras caminaba hacia la tienda de víveres pasó frente al negocio donde estaban expuestos varios juguetes. Sus ojos percibieron todas las cosas maravillosas que podría comprar con su billete. Sin embargo, Nelson siguió con paso firme hacia el negocio de alimentos. Regresó a su casa con los brazos llenos de alimentos.
Nelson quería acumular dinero con propósitos egoístas. Sin embargo, aprendió que Dios le da a los creyentes bienes, salud y dones para usarlos para el bien de los demás (1 Cor. 12:7, NVI).
Que el señor nos ayude hoy a dar generosamente de tal forma que la congregación local pueda mantener este edificio y pueda ayudar a quienes están en necesidad.
Video Presenter: Alexi Garcia
PRESENTER: Alexi Garcia
Cuando niño, Nelson aprendió tres lecciones bien temprano en la vida. La primera fue que el diligente prospera (Prov. 10:4).
Él obtuvo su primer trabajo cuando estaba en el cuarto grado. Tenía que recortar artículos de un periódico que una vecina había preseleccionado. Así ganaba dos centavos por artículo. Más tarde, comenzó un negocio de venta de frutas en la casa de su abuela y también vendía cosas en la escuela.
La segunda lección fue la de dar el diezmo de lo que ganaba. Y la tercera lección fue que el dinero podía ser ahorrado. Pronto, gracias a su trabajo, las bendiciones de Dios, y su hábito de ahorrar parte de sus ingresos, Nelson acumuló algo de dinero. Sin embargo, había una lección más que debía aprender.
Un día la madre le pidió a Nelson que use ese dinero ganado con arduo trabajo para comprar alimento para la familia. Ese era el único dinero disponible en la casa. Nelson no apreció esa petición; se quejó diciendo que no era justo que tuviera que usar su dinero para alimentar a la familia. Sin embargo, solo tenía dos opciones: quedarse con el dinero o alimentar a su familia. Para colmo, mientras caminaba hacia la tienda de víveres pasó frente al negocio donde estaban expuestos varios juguetes. Sus ojos percibieron todas las cosas maravillosas que podría comprar con su billete. Sin embargo, Nelson siguió con paso firme hacia el negocio de alimentos. Regresó a su casa con los brazos llenos de alimentos.
Nelson quería acumular dinero con propósitos egoístas. Sin embargo, aprendió que Dios le da a los creyentes bienes, salud y dones para usarlos para el bien de los demás (1 Cor. 12:7, NVI).
Que el señor nos ayude hoy a dar generosamente de tal forma que la congregación local pueda mantener este edificio y pueda ayudar a quienes están en necesidad.
Él obtuvo su primer trabajo cuando estaba en el cuarto grado. Tenía que recortar artículos de un periódico que una vecina había preseleccionado. Así ganaba dos centavos por artículo. Más tarde, comenzó un negocio de venta de frutas en la casa de su abuela y también vendía cosas en la escuela.
La segunda lección fue la de dar el diezmo de lo que ganaba. Y la tercera lección fue que el dinero podía ser ahorrado. Pronto, gracias a su trabajo, las bendiciones de Dios, y su hábito de ahorrar parte de sus ingresos, Nelson acumuló algo de dinero. Sin embargo, había una lección más que debía aprender.
Un día la madre le pidió a Nelson que use ese dinero ganado con arduo trabajo para comprar alimento para la familia. Ese era el único dinero disponible en la casa. Nelson no apreció esa petición; se quejó diciendo que no era justo que tuviera que usar su dinero para alimentar a la familia. Sin embargo, solo tenía dos opciones: quedarse con el dinero o alimentar a su familia. Para colmo, mientras caminaba hacia la tienda de víveres pasó frente al negocio donde estaban expuestos varios juguetes. Sus ojos percibieron todas las cosas maravillosas que podría comprar con su billete. Sin embargo, Nelson siguió con paso firme hacia el negocio de alimentos. Regresó a su casa con los brazos llenos de alimentos.
Nelson quería acumular dinero con propósitos egoístas. Sin embargo, aprendió que Dios le da a los creyentes bienes, salud y dones para usarlos para el bien de los demás (1 Cor. 12:7, NVI).
Que el señor nos ayude hoy a dar generosamente de tal forma que la congregación local pueda mantener este edificio y pueda ayudar a quienes están en necesidad.