“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? Mateo 16:26.

He aquí una historia que muestra el peligro de colocar el éxito financiero antes que buscar a Dios:

Varios años atrás un buen amigo aumentó el valor de su hacienda, de 300 a 9,000 acres. Todo el mundo estaba feliz por él y se alegró de verlo prosperar. Tenía una preciosa familia, dos niños y una niña y una de las esposas más dulces del mundo. Él era un líder en la iglesia y la familia era muy fiel. Ni que decir, en cuanto a que llegó a ser muy adinerado.

Al aumentar las responsabilidades en la hacienda, se redujo el involucramiento con la iglesia. Con el tiempo, toda la familia llegó a estar tan comprometida con la hacienda, y la riqueza que ésta trajo consigo, que todos se volvieron infieles, y colocaron a la iglesia en una escasa prioridad en sus vidas. El padre murió y los hijos lucharon por la tierra, la perdieron y gastaron toda su herencia. En la actualidad, tienen muy poco que ver entre sí y han pasado por diversos problemas difíciles y personales. Su madre murió en la pobreza y soledad.

En realidad, ¿de qué sirve ganar todo el mundo y sin embargo perder tu alma y la de tus seres queridos?

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