Se dice que el científico Luis Pasteur acudió un día donde la señora Boucicaut, dueña de una gran cadena de almacenes, para pedir su apoyo. Luego de saludarla, le expuso el motivo de su visita. Al final la señora le dijo: “En realidad ya he agotado mi presupuesto de donaciones, usted perdone, de todos modos le daré algo para su obra”. La señora salió y regresó con un cheque firmado. Pasteur, científico al fin, miró antes de dar las gracias y se quedó asombrado. El cheque era por un millón de francos. Entonces, fue la señora quien se adelantó y le dijo: “¡Gracias, profesor, por acordarse de mí! ¡Gracias por darme la oportunidad de compartir!”

El Señor lo invita a dar con alegría, porque “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra [...]. Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que seáis ricos en todo para toda generosidad, la cual produce, por medio de nosotros, acción de gracias a Dios” (2 Cor. 9:8, 10, 11).

Al depositar con amor nuestras ofrendas hoy, el Señor multiplicará lo que le quede y lo que dé a la asociación para llevar a cabo su programa de expansión del reino de Dios.