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AUTHOR: Nikolaus Satelmajer
PRESENTER: Jonatán Tejel
Una de las primeras historias de la Biblia trata de dos oferentes: Caín y Abel. Ambos llevaron una ofrenda a Jehová; sin embargo, Dios no miró con agrado a Caín y su ofrenda, pero sí aceptó a Abel y su ofrenda. Mucho se ha dicho de la razón por la que Dios rechazó a uno y aceptó al otro.
Podemos enojarnos cuando no recibimos el producto por el que hemos “pagado”, pero no podemos reclamar por lo que se nos regala. A pesar de ello, la historia de Caín y Abel revela que Dios no acepta todo tipo de ofrenda. El Señor se siente con el derecho de determinar la calidad de lo que le damos.
Para muchos, las ofrendas son una dádiva a Dios; entienden que pueden dar lo que quieran, como quieran y cuando quieran. Sin embargo, Dios no lo ve así. Las ofrendas no son libres: Dios tiene sus reglas para ellas. Aun así, el Señor permite que nosotros tomemos las decisiones, a fin de probar nuestro corazón. Las ofrendas revelan quiénes somos. Recordemos que Dios rechazó primero a Caín y luego su ofrenda.
Hoy tenemos la oportunidad de revelar lo que somos.